La eyaculación precoz es un problema frecuente que resulta muy frustrante tanto para el varón como para su pareja. Ya os hablé extensamente de ella en Eyaculación precoz: definición, tipos y diagnóstico – Parte 1 y Eyaculación precoz: opciones de tratamiento – Parte 2. En muchas ocasiones puede ser un problema primario «de siempre» que comienza de joven durante las primeras relaciones y persiste toda la vida. Simplemente las vías neurológicas de la eyaculación son más rápidas de forma constitucional. Pero otras veces puede ser un problema adquirido, secundario a algunas patologías o procesos psicológicos, cuando la persona afecta previamente controlaba perfectamente la eyaculación.
Estas son las posibles causas de eyaculación precoz secundaria o adquirida:
- Origen médico: prostatitis, alteraciones tiroideas, lesiones sobre el sistema nervioso simpático tras cirugía retroperitoneal (tumor, aneurisma, etc), fractura pélvica, eslcerosis múltiple, individuos en programas de desintoxicación de drogodependencias, o en tratamiento con fármacos con efecto simpaticomimético o dopaminérgico. Las personas con disfunción eréctil, o que ha pasado un infarto agudo de miocardio u otra patología cardiovascular reciente, pueden acelerar su eyaculación de forma consciente o inconsciente, por temor a perder su erección antes del orgasmo, tratándose en este caso también de una forma de eyaculación precoz secundaria.
- Origen psicosocial: cambio de pareja o problemas en la relación de pareja, o bien cambios en la percepción, la mentalización, las expectativas o la experiencia del individuo. Personas con baja frecuencia coital, o con relaciones sexuales rápidas o con prostitutas pueden tener ansiedad de rendimiento que provoque, una vez establecida, eyaculación precoz. Al igual que ocurre con la disfunción eréctil, la ansiedad de rendimiento puede no ser la causa iniciadora del problema, pero sí puede perpetuarlo en el tiempo.
El tratamiento de la eyaculación precoz secundaria es más fácil que el de la primaria, porque habitualmente se corrige si se identifica y se trata el problema de base. Además, responde mejor a los tratamientos conductuales y farmacológicos.
Por tanto, no dudéis en consultar a vuestro urólogo en caso de percibir falta de control en vuestra eyaculación, cuando antes funcionabais bien. Convendrá estudiar el caso y muy probablemente haya solución.
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