La disfunción eréctil de origen psicógeno es el tipo de impotencia más frecuente en adultos jóvenes. Antes de los 20 o 30 años los mecanismos de la erección raramente están alterados por los factores de riesgo vascular como el tabaco, la hipertensión, el colesterol elevado, la obesidad, la diabetes o el sedentarismo. El efecto de estos factores sobre las arterias del pene se pone de manifiesto más a largo plazo.
Un episodio de disfunción eréctil transitoria (el famoso «gatillazo») puede ocurrir hasta en el 50% de los adultos jóvenes en alguna ocasión. Suele deberse al consumo de alcohol o drogas, al cansancio despúes de un día duro, tras ejercicio físico intenso, o en algún momento de la vida emocionalmente estresante o con ánimo deprimido. Los adultos jóvenes son sexualmente más activos y muy sensibles a cualquier disminución puntual del rendimiento sexual. Cualquier fracaso puede suponer una carga emocional importante que lleve a un estado de ansiedad muy marcado. Esta ansiedad puede perpetuar el problema y convertir una disfunción eréctil transitoria en una disfunción eréctil psicógena establecida.
Ya os he hablado en Men’s App de «Mecanismos de la erección y el deseo sexual», de «Cómo mejorar el rendimiento sexual – Parte 1» y «Cómo mejorar el rendimiento sexual – Parte 2», de «Viagra y otros fármacos orales para tratar la impotencia» y de «5 riesgos del uso recreativo de Viagra». Os recomiendo que leáis estos artículos para entender mejor el tema de hoy. Aunque en la mayoría de los casos de disfunción eréctil de origen orgánico (vascular, hormonal, neurológico, enfermedades crónicas, etc) existe un componente psicológico asociado, hoy vamos a hablar de la disfunción eréctil de origen psicógeno puro, su diagnóstico y su tratamiento.
Causas de disfunción eréctil de origen psicógeno
Existen muchas causas posibles de disfunción eréctil de origen psicógeno. La más importante y frecuente es la «ansiedad de rendimiento», que puede coexistir con alguna/s de las otras causas:
- Ansiedad de rendimiento (o «de ejecución»): la famosa pareja de sexólogos Masters y Johnson la describieron por primera vez en 1970. Típicamente se produce en un varón joven tras un fracaso puntual para alcanzar la erección. A partir de ese momento pierde la autoconfianza para la siguiente vez. El miedo a volver a fracasar le lleva a la autovigilancia, es decir, a focalizarse en su pene y su erección, a dejar de prestar atención a su pareja, y a perder la excitación. Además, la ansiedad que esto genera produce un aumento en los niveles de adrenalina, agente vasoconstrictor que cierra las arterias dificultando la erección. El nuevo fracaso produce un recuerdo emocionalmente muy negativo que cierra el círculo vicioso y perpetúa el problema para las siguientes veces.
- Factores relacionados con la pareja: problemas de comunicación, falta de confianza y otros conflictos de pareja, pérdida de interés por la pareja, etc. A veces es difícil distinguir si los problemas sexuales deterioran la relación de pareja, o si el deterioro en la relación de la pareja es el origen de los problemas sexuales. Otras veces disfunciones sexuales en la mujer pueden provocar disfunción sexual en el hombre o viceversa. Otro factor relacionado con la pareja que puede causar disfunción eréctil de origen psicógeno en el hombre puede ser un periodo largo de inactividad sexual, por ejemplo por enfermedad de la pareja, o después del fallecimiento de la pareja. En este último caso, cuando se reanuda la actividad sexual con una pareja nueva, puede haber sentimientos de culpa o de traición, o miedo a que la nueva pareja no sea aceptada en el entorno social o familiar.
- Estrés: conflictos familiares, sociales, laborales o económicos pueden producir falta de interés en el sexo, o incapacidad para concentrarse y conseguir una buena excitación.
- Educación sexual: las carencias en la educación sexual de adultos jóvenes, una educación excesivamente restrictiva por motivos morales o religiosos, o abusos sexuales en la infancia también pueden provocar disfunción eréctil de origen psicógeno.
- Preferencias sexuales: hoy en día las relaciones sexuales comienzan a una edad más temprana y la promiscuidad es mayor tanto en experiencias heterosexuales como en homosexuales. Hay quien tiene dificultades en encontrar su identidad sexual, lo cual puede provocarle ansiedad y disfunción eréctil.
- Falta de autoestima: hombres con poca experiencia pueden sentirse cohibidos o inseguros ante mujeres más experimentadas.
- Miedos: el miedo al embarazo o a contraer una enfermedad de transmisión sexual también puede causar disfunción eréctil de origen psicógeno.
- Enfermedades psiquiátricas: el 50-70% de los hombres con depresión desarrollan disfunción eréctil debido a la enfermedad en sí, y también por la medicación antidepresiva. Otros tipos de neurosis o psicosis también pueden provocar impotencia.
- Otras causas: creencias sexuales erróneas, trastornos afectivos, disfunción eréctil psicógena secundaria a otras disfunciones sexuales como el bajo apetito sexual o la eyaculación precoz.
Diagnóstico de la disfunción eréctil de origen psicógeno
En la práctica clínica no es difícil identificar una disfunción eréctil de origen psicógeno cuando el paciente puede mantener una erección con la masturbación, con una pareja diferente o con estímulos diferentes. Igualmente evidentes son los casos en los que existe un claro evento desencadenante en la vida como la pérdida del trabajo, la muerte de un familiar, problemas económicos, etc.
La disfunción eréctil de origen psicógeno habitualmente tiene un comienzo repentino, al contrario que cuando el origen es orgánico, que va estableciéndose paulatinamente. Otra característica de los casos psicógenos es la preservación de las erecciones nocturnas y matutinas, o las erecciones espontáneas en respuesta a determinados estímulos o circunstancias. Lee más sobre «¿Cómo saber si el origen de tu impotencia es psicológico».
Tratamiento de la disfunción eréctil psicógena
Una vez se ha identificado el problema y sus circunstancias desencadenantes, la ayuda psicológica suele ser necesaria para reducir la ansiedad de rendimiento. Pero si quieres probar tú solo, estas son algunas pautas útiles que pueden ayudarte:
- Debes ser honesto contigo mismo y con tu pareja. No escondas tus miedos, habla de ellos.
- Focalízate en el placer, en las sensaciones de las que disfrutáis tú y tu pareja, y en el deseo sexual de tu pareja. Deja de autovigilar tu propia erección. Olvídate de todo y déjate llevar, es la mejor forma de excitarse.
- Recréate en los juegos preliminares antes de la penetración como las miradas, los abrazos, las caricias, los masajes, o la comunicación en los momentos íntimos. Esto te ayudará a ser más consciente del placer con tu pareja.
- Debes tener expectativas realistas, no te creas que eres como una estrella del cine porno, admite que en algunos momentos puedas tener dificultades.
- Evita el consumo de alcohol o drogas.
Si a pesar de todo sigues con problemas, el asesoramiento profesional por un sexólogo con experiencia es muy importante en estas situaciones. El matrimonio Masters y Johnson formado por el ginecólogo William Masters y la psicólogo Virginia Johnson, describieron las fases de la llamada “respuesta sexual humana” y propugnaron una terapia conductual basada en la “focalización sensorial” para el tratamiento de algunas disfunciones sexuales. La mayoría de los sexólogos de hoy en día basan sus técnicas, con algunas modificaciones, en los métodos de Masters y Johnson.
La focalización sensorial consiste en aprender a identificar y tomar conciencia de las sensaciones corporales propias y las de la pareja. Para ello se indica a la pareja que en un ambiente adecuado, sin prisas ni agobios, practiquen la estimulación externa y las caricias mutuas sin esperar ningún “logro” (excitación, erección, orgasmo). De hecho se prohíbe la penetración.
- En una primera fase de “focalización sensual” ambos miembros de la pareja desnudos deben realizarse caricias mutuas por turnos, exceptuando en los genitales y en los pechos de la mujer. Deben recorrer el cuerpo buscando sensaciones tactiles placenteras tanto para el que las realiza como para el que las recibe.
- Transcurridas varias sesiones, cuando el profesional lo considera oportuno, se pasa a una seguda fase de “focalización sexual o genital”. En esta fase las caricias pueden incluir, además de las otras zonas, los genitales y los pechos. En esta fase pueden realizarse ejercicios progresivos como la llamada «técnica fastidiosa». Consiste en que la mujer estimula el pene hasta la erección, después interrumpe el estímulo y permite la distracción hasta que la erección remite. Se repite el proceso varias veces durante 30 minutos. Pero todavía sin penetración.
- En la tercera fase la mujer se sienta encima del hombre, comienza la estimulación, y una vez conseguida la erección es ella quien dirige el pene hasta la penetración. Así se evita la natural distracción del varón en busca del orificio vaginal de la mujer. La introducción del pene por parte de la mujer se repite en varias ocasiones hasta que el varón se siente seguro. Si no hubiera erección se sigue con el juego erótico, sin prisas. A continuación él permanece inmóvil y ella comienza a moverse lentamente, pero todavía sin esperar logros (excitación, erección, orgasmo). Esto rebaja la ansiedad de rendimiento porque el varón no está obligado a nada, no existe todavía «demanda de ejecución».
- Progresivamente se van aumentando los ejercicios durante la penetración, permitiendo el coito libre y los empujes intravaginales, pero cuando se vaya a llegar al orgasmo, el hombre debe retirarse y finalizar el orgasmo fuera, con caricias y juegos. El que todavía no exista demanda de ejecución hace que se vayan afianzando los avances conseguidos.
- Finalmente se llega al coito libre con orgasmo intravaginal, pero aún se recomienda practicar la penetración inmóvil al menos 1 vez cada 2 semanas durante 6 meses.
Lógicamente este tipo de técnicas sexológicas requieren el reconocimiento de la situación, la voluntad de cambio, y la participación activa de ambos miembros de la pareja. El método puede acompañarse del uso de Viagra u otros fármacos orales para la disfunción eréctil. Su acción vasodilatadora contrarresta el efecto vasoconstrictor de la ansiedad de rendimiento y ayuda, junto con la terapia sexual, a romper el círculo vicioso y recuperar la autoconfianza.
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