La eyaculación es el proceso de propulsión del semen al exterior por las contracciones rítmicas de los músculos isquiocavernoso y bulbocavernoso. La salida del semen por la uretra se acompañada habitualmente de la sensación placentera que conocemos como orgasmo. Durante el orgasmo, el cuerpo produce endorfinas y oxitocina, que contribuyen a ese sentimiento de bienestar.
Pero en algunas circunstancias puede haber una eyaculación dolorosa, un síntoma muy molesto que trastorna la vida sexual de quien lo padece, y que se convierte en motivo de consulta al urólogo. La causa más frecuente de eyaculación dolorosa es la infección en algún órgano genital, como una uretritis por Clamidia o por Gonococo, una cistitis, una prostatitis bacteriana, o una orquiepididimitis. En estos casos suele haber además otros síntomas además de la eyaculación dolorosa, la secreción uretral en el caso de la uretritis, las molestias al orinar en las cistitis y las prostatitis, o el dolor testicular en el caso de la orquiepididimitis. Cuando esto ocurre, el diagnóstico es fácil y el tratamiento antibiótico suele ser rápidamente eficaz.
Pero además de las infecciones, puede haber otras causas de eyaculación dolorosa. Por ejemplo, una prostatitis crónica no bacteriana, que se suele acompañar de dolor suprapúbico, perineal o escrotal, y de molestias urinarias intermitentes. O una estenosis de uretra, estrechez que provoca dificultad de paso de la orina y del semen. El cáncer de próstata también es una posible causa de eyaculación dolorosa, que además puede ser el único síntoma. El tacto rectal y la determinación del PSA son claves para el diagnóstico en este caso.
En conclusión, la eyaculación dolorosa no es una enfermedad en sí misma, sino que se trata de un síntoma de una patología infecciosa, inflamatoria, obstructiva o incluso tumoral del aparato reproductor masculino. Por ello, si alguna vez os ocurriera, debéis consultar siempre al urólogo sin mucha demora.
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