Ya os he hablado en Men’s App sobre los mecanismos de la erección y el deseo sexual, sobre las recomendaciones generales para mejorar el rendimiento sexual parte 1 y parte 2, y sobre las distintas modalidades de tratamiento de las que disponemos para el tratamiento de la disfunción eréctil: fármacos orales, crema de alprostadilo, inyecciones intracavernosas, bomba de vacío, ondas de choque y prótesis de pene. Hoy vamos a ver qué tipo de pruebas diagnósticas se utilizan para la evaluación de la disfunción eréctil.
Si consultas a tu urólogo por disfunción eréctil, probablemente la evaluación consistirá solo en la entrevista clínica, la exploración física y un análisis general incluyendo tu perfil hormonal. Sin embargo, existen algunos estudios más específicos que pueden ser útiles si se quiere profundizar en las causas de la disfunción eréctil.
Entrevista clínica
En cualquier evaluación médica, el primer paso siempre es la entrevista con el paciente. Tu urólogo te preguntará sobre diversos aspectos relacionados con el problema de la disfunción eréctil:
- Factores de riesgo vascular: hipertensión, diabetes, elevación de colesterol y trigliceridos, tabaco, obesidad, sedentarismo y estrés. Lee «Cómo mejorar el rendimiento sexual – Parte 1» y «Parte 2» para saber cómo controlar estos factores.
- Inicio del problema: un inicio lento y progresivo es más frecuente si hay una causa orgánica para la disfunción eréctil (vascular, neurológica u hormonal), mientras que un inicio repentino va más a favor de una disfunción eréctil de origen psicógeno.
- Grado de severidad de la impotencia: frecuencia de actos sexuales con problemas, nivel de rigidez de las erecciones en una escala del 1 al 10, y duración de esas erecciones.
- Nivel de deseo sexual (libido): se necesita tener deseo sexual para una vida sexual normal, pero no es realmente necesario para tener una erección rígida. Dicho de otra forma, es posible tener un apetito sexual bajo con erecciones normales. Una libido baja puede deberse a una testosterona baja, o también a otras causas como el cansancio, el estrés laboral o los problemas de pareja.
- Erecciones normales en otras circunstancias (con otras parejas, con la masturbación, durante la noche o al levantarse): si están presentes, el problema es más bien de origen psicológico.
- Estrés por problemas de pareja, familiares o laborales: el estrés a largo plazo provoca afectación de las arterias como factor de riesgo vascular que es. A corto plazo, situaciones de estrés provocan inhibición psíquica y disfunción eréctil psicógena transitoria.
- Presencia de ansiedad de rendimiento: si una persona no puede relajarse correctamente durante la relación sexual por miedo a fracasar en su erección, el problema puede perpetuarse. Aunque la disfunción eréctil tenga un claro origen orgánico, siempre se sobreañade algún grado de ansiedad de rendimiento.
- Enfermedades asociadas: todas ellas pueden debilitar la potencia sexual. Por ejemplo, enfermedades crónicas del corazón, el pulmón, el estómago, el hígado, el páncreas o los riñones, problemas neurológicos como la esclerosis múltiple o las lesiones medulares, y enfermedades endocrinas con disminución de testosterona, alteración de la prolactina o de las hormonas tiroideas.
- Anomalías en el pene: un traumatismo en el pene, o una incurvación congénita o adquirida (enfermedad de La Peyronie) pueden asociarse a disfunción eréctil.
- Intervenciones quirúrgicas: la prostatectomía radical para el cáncer de próstata, la cirugía rectal por cáncer o la linfadenectomía retroperitoneal por linfomas o tumores de testículo puede provocar impotencia o alteraciones en la eyaculación.
- Quimioterapia o radioterapia por cualquier tipo de cáncer: pueden provocar alteraciones en los vasos sanguíneos o los nervios del pene.
- Hábitos tóxicos: el tabaco, el alcohol y las drogas son claramente perjudiciales. Lee «Cómo mejorar el rendimiento sexual – Parte 1» para ver cómo influyen en la potencia sexual.
- Medicación: muchos fármacos afectan a las erecciones como algunos de los que se usan para tratar la hipertensión, la hiperplasia benigna de próstata, el cáncer de próstata, la depresión y otras condiciones psiquiátricas, enfermedades digestivas, elevación del colesterol, analgésicos, etc. Puedes encontrar una lista de medicamentos que provocan impotencia en «Cómo mejorar el rendimiento sexual – Parte 1».
Exploración física
En la evaluación de la disfunción eréctil interesa explorar el pene, el glande, el prepucio y los testículos para ver si existe algún problema que pueda afectar a las erecciones, o algún signo de una enfermedad subyacente que pueda asociarse a la impotencia.
Análisis de sangre
- Hemograma: para descartar por ejemplo anemia, que produzca fatiga, contribuyendo a la disfunción eréctil.
- Bioquímica sanguínea: sobre todo para ver niveles de glucosa (elevados en la diabetes), de colesterol y triglicéridos. También para descartar enfemedad crónica renal o hepática.
- Perfil hormonal: la testostorona baja en la llamada «menopausia masculina» o en otros tipos de hipogonadismo puede producir un apetito sexual pobre así como impotencia. También la elevación de la prolactina. Otras hormonas importantes que hay que determinar son la FSH, la LH, la SHBG, el estradiol y las hormonas tiroideas. Un hipertoroidismo puede contribuir a la disfunción eréctil, y también un hipotiroidismo, ya que las hormonas tiroideas ayudan a regular los nivels de las hormonas sexuales.
- PSA: el antígeno prostático específico (PSA) es el marcador de cáncer de próstata.
Otras pruebas en la evaluación de la disfunción eréctil
Si eres joven y tu urólogo sospecha algún problema específico, te puede realizar algunas pruebas adicionales para profundizar en las causas de la impotencia:
- Ecografía doppler: primero se provoca un erección mediante una inyección intracavernosa en el pene. A continuación se mide el flujo vascular en las arterias y las venas del pene mediante la ecografía doppler. El origen arterial es el más frecuente en la disfunción eréctil. También es posible detectar la llamada «fuga venosa», sobre todo en varones jóvenes.
- Tumescencia peneana nocturna: se trata de un registro de la rigidez de las erecciones nocturnas espontáneas. Puede ser útil en algunos casos para diferenciar una impotencia de origen vascular de una de origen psicógeno. Anillos con sensores se colocan en el pene durante 2-3 noches. Erecciones normales indican disfunción eréctil de origen psicógeno, mientras que erecciones débiles se deben siempre a problemas vasculares, hormonales o neurológicos.
- Pruebas neurofisiológicas: electromiografía, potenciales evocados o la conducción del reflejo bulbo-cavernoso se pueden estudiar si se sospecha un origen neurológico para la impotencia. Las neuropatías son frecuentes en la diabetes, el alcoholismo, la enfermedad renal crónica, la cirugía pélvica (cáncer de próstata, recto, vejiga, testículo), la quimioterapia y la radioterapia. Un daño cerebral o en las vías que comunican el cerebro con el pene también pueden ser acusa de disfunción eréctil. Por ejemplo en la esclerosis múltiple, la enfermedad de Parkinson, los tumores cerebrales, las lesiones medulares, o los accidentes cerebro-vasculares.
A pesar de todos estos tests diagnósticos para la evaluación de la disfunción eréctil, el tratamiento casi siempre es el mismo. Por este motivo, la realización de pruebas diagnosticas complejas solo tiene cabida en casos muy dudosos o cuando los hallazgos puedan cambiar las opciones de tratamiento. El tratamiento de la impotencia, siempre es escalonado, empezando desde lo más simple y menos invasivo, y terminando con lo más complejo y más invasivo:
- Soporte psicológico.
- Control de los factores de riesgo vascular.
- Fármacos orales, tópicos o intracavernosos.
- Ondas de choque y dispositivos de vacío.
- Prótesis de pene.
Gracias de nuevo a todos los que leéis Men’s App. Puedes seguir el blog por email, en Facebook, Google+, LinkedIn y Twitter, o a través de la app para iPhone/iPad o Android. Y si te ha gustado este post ¡compártelo en las redes sociales!
Deja un comentario