Cualquier cáncer que aparezca en el cuerpo, ya sea de colon, de pulmón, de mama, de próstata u otro, crece primero en el órgano donde se origina, y posteriormente se extiende primero a los ganglios linfáticos, y después a otras partes del cuerpo. Estas lesiones tumorales que aparecen en otros órganos se llaman metástasis. Las metástasis ganglionares o adenopatías son las que afectan a los ganglios linfáticos, y las metástasis a distancia son las que afectan al hígado, los pulmones, el cerebro o los huesos. Estos son los lugares más frecuentes para las metástasis a distancia, pero cualquier órgano o parte del cuerpo puede verse afectada.
Cada tipo de tumor tiene unos sitios predilectos donde con más frecuencia aparecen las metástasis. En el caso del cáncer de próstata las más típicas son las metástasis óseas en cualquier zona del esqueleto, preferentemente la columna, la pelvis o las costillas. Sin embargo, las metástasis en vísceras como pulmones o hígado son poco frecuentes. También es raro que haya un gran volumen de ganglios linfáticos metastásicos. Las metástasis ganglionares son frecuentes, pero rara vez son predominantes y clínicamente relevantes en el conjunto del cáncer de próstata metastásico.
En el cáncer de próstata, las metástasis pueden estar ya presentes en el momento del diagnóstico si el PSA es mayor de 20. Si el PSA es más de 100 las metástasis son casi seguras. Por debajo de 20 son muy raras, por eso en estos casos ni siquiera se realiza estudio de extensión tumoral con TAC y gammagrafía ósea. Otras veces, las metástasis aparecen durante la evolución de un cáncer de próstata ya conocido, y que quizás ha sido tratado anteriormente mediante un tratamiento radical como la cirugía o la radioterapia. También pueden aparecer un tiempo después de la hormonoterapia, cuando el cáncer se hace resistente a la castración hormonal.
El tratamiento del cáncer de próstata metastásico es mediante bloqueo hormonal con análogos de la LHRH, antiandrógenos, fármacos protectores del hueso y, en ocasiones, incluso con quimioterapia, radioterapia o radiofármacos manejados por oncólogos, radioterapeutas y medicina nuclear respectivamente. En esta fase avanzada del cáncer un buen equipo multidisciplinar es clave para el manejo de la enfermedad.
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