Ya os hablé de la sangre en la orina (hematuria) como síntoma de alerta de los tumores de vejiga. Os decía que sobre todo el tabaco, pero también otro tipo de sustancias químicas y algunos procesos inflamatorios crónicos podían ser factores de riesgo para el cáncer de vejiga. Conviene recordarlo bien, el tabaco no solo produce cáncer de pulmón, también induce la formación de tumores de vejiga y en menor medida de riñón y de próstata. Otras enfermedades urológicas como la disfunción eréctil, la infertilidad o la vejiga hiperactiva también se relacionan con el hábito de fumar.
Los tumores de vejiga aparecen más en hombres que en mujeres (3:1). En mujeres se trata del tumor urológico más frecuente. España es el país europeo con más incidencia de cáncer de vejiga. La edad media de presentación es a los 70 años, siendo raro que aparezcan antes de los 40-50 años. Recientemente he operado a una mujer de 35 años fumadora con un tumor de vejiga, un caso excepcional que sirve para alertar una vez más sobre los riesgos del tabaco.
Existen dos tipos principales de tumores de vejiga, los no invasivos y los invasivos:
- Tumores vesicales superficiales o no invasivos (pTa y pT1): son el 80%. Tienen unas raíces poco profundas en la pared de la vejiga, por lo que pueden ser extirpados endoscópicamente mediante un instrumento que se introduce por la uretra (ressección transuretral, similar a la que se utiliza para operar la próstata). Estos tumores no producen metástasis, pero tienen tendencia a ser múltiples y a reaparecer con el tiempo, por lo que después de la cirugía se recomienda realizar instilaciones endovesicales con mitomicina C (en tumores de bajo grado) o con BCG (en tumores de alto grado) para reducir este riesgo. Otro de los riesgos es el de progresar a tumor invasivo (10-15%). Tanto el riesgo de recurrencia como el de progresión hacen que el seguimiento deba ser muy estricto con citología urinaria, ecografía y cistoscopia periódicas.
- Tumores vesicales profundos, infiltrantes o invasivos (pT2, pT3 y pT4): son el 20%. Para su diagnóstico se necesita una resección transuretral con toma de muestras para examen microscópico que nos diga que el tumor llega al menos hasta la capa muscular de la vejiga. Cuando esto se confirma, es necesario realizar una gammagrafía ósea y un TAC para estudiar la posible existencia de metástasis en los ganglios o en otros órganos. Si hay metástasis, la única opción sería el tratamiento con quimioterapia o inmunoterapia. Pero si el tumor está presente solo en la vejiga, entonces puede realizarse una cistectomía radical con colocación de una bolsa en la tripa para la orina (lo más frecuente), o con creación de una neovejiga con intestino (en casos muy seleccionados).
En conclusión, los tumores de vejiga son frecuentes, están muy relacionados con el tabaco tanto en hombres como en mujeres, y pueden comprometer la vida cuando son invasivos.
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