El cáncer de próstata es hormono-dependiente. Esto quiere decir que hormonas como la testosterona o los estrógenos influyen en su crecimiento. Tras la segunda guerra mundial se vio en Japón un aumento x25 del número de casos de cáncer de próstata. Uno de los motivos a los que se atribuyó este cambio fue al incremento x5 x10 y x20 de huevos, carne y leche de vaca mientras que el resto de la dieta no había variado mucho. También se ha visto que países con más consumo de leche de vaca tienen más mortalidad por cáncer de próstata. Pero claro, existen miles de posibles factores y era muy difícil atribuir el fenómeno de Japón a un solo producto.
Un estudio reciente de la Universidad de Clemson (Carolina del Sur, EE. UU.) intentó controlar todos los factores posibles, y para ello cultivaron células de tumor prostático en contacto con leche de vaca. Repitieron el experimento hasta 14 veces y siempre se producía un incremento aproximadamente del 30% en el crecimiento tumoral, atribuido a las hormonas de crecimiento y los estrógenos que contiene la leche de vaca. Por el contrario, la leche de almendra inhibía el crecimiento tumoral en un 30%.
Pero no siempre lo que ocurre in vitro ocurre después in vivo. Para ello algunos investigadores han intentado determinar qué ocurre en condiciones reales en humanos. Aunque los datos en algunos casos son contradictorios, lo cierto es que la mayoría de los metaanálisis hechos sobre estudios tanto retrospectivos como prospectivos concluyen que la ingesta de leche de vaca produce un riesgo relativo ligeramente superior (entre un 7 y un 14%) para desarrollar cáncer de próstata. Y especialmente el consumo durante la adolescencia. Los investigadores proponen la medición rutinaria de niveles hormonales y factores de crecimiento en la leche y la carme de consumo humano. Pero esto nunca se ha llegado a hacer.
¿Debemos limitar el consumo de lácteos? Aunque no existe ninguna recomendación de las autoridades sanitarias para hacerlo, la verdad es que cuando uno lee estos estudios parece claro que sí deberíamos reducir la leche de vaca y derivados de nuestra dieta. Sin embargo, fijémonos en que la incidencia del cáncer entre los que menos leche tomaron fue de unos 10 casos por cada 100 personas, y entre los que más leche tomaron de 11 casos por cada 100. Se trata de una diferencia muy pequeña frente a los efectos globales positivos de la ingesta de lácteos, con indiscutibles ventajas para la salud. Por lo tanto, sin despreciar la posibilidad de aumento de riesgo de cáncer de próstata, el balance global en cantidades normales de leche de vaca (unas 2 raciones al día) sigue siendo favorable para continuar su ingesta.
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