Si a una testosterona subidita le sumamos un irrefrenable deseo de experimentar nuevas sensaciones, nos encontramos ante un cocktail explosivo en el que cualquier cosa que os imaginéis tiene cabida. Y si os imagináis cualquier extravagancia, aún os sorprenderíais de que la realidad supera con creces la ficción.
Me encuentro actualmente en el 18 Congreso de la European Society of Sexual Medicine que se celebra estos días en Madrid. Además de múltiples aportaciones de expertos que han hablado de las últimas novedades en el tratamiento de la disfunción eréctil, de la eyaculación precoz, de la enfermedad de La Peyronie (incurvación peneana), de la infertilidad masculina, etc he asistido con asombro a una charla sobre cuerpos extraños en el pene.
La variedad de piercings o implantes subcutáneos bajo la piel del pene para mejorar el “disfrute” sexual ya llama la atención. Pero el abanico de cuerpos extraños introducidos por la uretra que se han documentado en la literatura médica, y que en ocasiones han requerido intervenciones quirúrgicas complejas para su extracción, me ha dejado literalmente boquiabierto. Desde palillos hasta tapas de bolígrafo, bolas… o incluso cables metálicos. Y esto es solo lo documentado porque ha requerido alguna actuación médica. Así que la gama de instrumentaciones, en la realidad, debe ser mucho más extensa.
Como no he tomado fotos de la presentación durante la conferencia, me he puesto a buscar en revistas médicas y he encontrado este curioso caso que ilustro abajo, publicado en la revista Archivos Españoles de Urología en 2009 por un colega urólogo de Albacete. El mozo, de 24 años, acudió a urgencias con una herida bastante profunda de 3-4 cm en un lateral del pene. Aunque inicialmente no aclaró bien el mecanismo de la lesión, finalmente confesó lo que véis en el dibujo (fue hecho para la publicación, ya que no se disponía de ninguna imagen). Él mismo había roto con un martillo el botijo, y claro…
En fin, que tengáis mucho cuidado con dónde la metéis, qué os implantáis, dónde os perforáis o qué os metéis por la uretra. La jugadita puede tener consecuencias muy graves.
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