Hace unas semanas entró un paciente en mi consulta y tras presentarse y darme la mano me dijo: «Doctor, tengo un testículo cuadrado«. Con tono de sorpresa, y confieso que también de incredulidad, y una media sonrisa le respondí: «¿Cuadrado?». Y le indiqué que pasara a la camilla de exploración.
Bueno… Pues no era un cubo perfecto, pero ciertamente el paciente tenía el testículo muy aplanado en su cara lateral, con 4 aristas pronunciadas, y la verdad es que bien podría decirse que era más cuadrado que ovoide o esférico como cabría esperar. La consistencia era muy dura, así que la sospecha de tumor fue clara en ese mismo instante. Cogí el ecógrafo para confirmar el diagnóstico, y acto seguido le tuve que dar la mala noticia al joven.
Le pedí un estudio de extensión tumoral, que afortunadamente resultó normal, y a la semana siguiente le extirpé el testículo y le coloqué una prótesis de silicona.
¿Qué podemos aprender de este caso? Los profesionales de la medicina, que en ningún caso debemos restar importancia a cualquier cosa que nos diga el paciente por inverosímil que parezca. En este caso el síntoma «testículo cuadrado» era verificable mediante la exploración física, pero puede que en otras situaciones el enfermo nos cuente signos o síntomas que no están presentes en el momento de la consulta, y que solo aparezcan en determinadas circunstancias, posiciones, lugares o momentos del día.
Por otro lado, la enseñanza del caso para todos aquellos varones que estéis leyendo esto es que conviene autoexplorarse los testículos al menos una vez al mes. Y ante cualquier alteración que encontréis en tamaño, forma o consistencia, consultad sin demora con vuestro urólogo. Más info en el artículo «Cáncer de testículo: importancia de la autoexploración».
2 Comentarios
Deja tu respuesta.