Seguramente habéis oído hablar del CRISPR como una tecnología novedosa en en el campo de la biología molecular. Pero ¿qué es? ¿por qué es un hallazgo tan relevante para la medicina?
En 1993 el microbiólogo de Elche Francis Mojica descubrió por primera vez las secuencias CRISPR en bacterias de las salinas de Santa Pola (Alicante). Se trataba de repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas en el ADN de las bacterias, por eso unos años después un holandés las bautizó como CRISPR (clustered regularly interspaced short palindormic repeats). En sus primeras investigaciones, Mojica descubrió que estas secuencias se encontraban en todos los microorganismos, eran constantes en todo el árbol evolutivo. Y aunque inicialmente nadie le creyó, él ya predijo que estas secuencias debían tener un papel muy importante, porque al manipularlas, las bacterias morían.
Pero no fue hasta el 2003 cuando el investigador español descubrió que CRISPR era un asombroso sistema inmunitario con el que las bacterias se protegían de los virus. Y ahí sí, fue cuando despertó el interés de muchos otros investigadores. En 2012 Charpentier y Doudna identificaron la proteína Cas9 y otros elementos del sistema de edición genética más potente que se conoce, el corta-pega de los genes. Así es como basado en este mecanismo de protección celular, se desarrolló la herramienta de edición de genes «más eficaz, barata, específica y fácil de utilizar» jamás creada, tal como lo ha definido el propio Mojica.
Las aplicaciones en medicina son ilimitadas, incluyendo el estudio y reparación de defectos genéticos que provocan por ejemplo enfermedades neurodegenerativas hasta ahora incurables. También la manipulación genética para luchar contra el cáncer, el estudio de dianas moleculares para la creación de nuevos fármacos, la prevención de enfermedades infecciosas mediante la modificación genética de los mosquitos transmisores, etc, etc, etc.
Los descubridores del sistema CRISPR, el hallazgo más importante de la biología molecular del siglo XXI, se postulan claramente como un futuro premio Nobel. Pero dicen que la academia sueca no concede el galardón hasta después de varios años de nominaciones… Esperaremos con paciencia un nuevo Nobel español después de Santiago Ramón y Cajal en 1906 y Severo Ochoa en 1959.
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