Un estudio ha demostrado que aquellos varones que comenzaron a hacer ejercicio físico a una edad madura pueden reducir en un 70% el riesgo de disfunción eréctil en comparación con los hombres sedentarios. La incidencia de impotencia en aquellos varones que practicaron ejercicio físico durante un periodo de seguimiento de 8 años se redujo notablemente.
Otro estudio en varones obesos con disfunción eréctil moderada demostró que un programa de dos años de duración de ejercicio físico intenso asociado a dieta mediterránea, conseguía reducir peso y mejorar el rendimiento sexual.
Estas investigaciones y otras muchas, evidencian que la modificación del estilo de vida es eficaz no sólo para reducir el riesgo cardiovascular, sino también para mejorar la función sexual en varones impotentes o prevenir su deterioro.
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