El término onicofagia viene del griego onyx (uña) y phagein (comer), y se define como el hábito patológico de morderse las uñas. Las consecuencias son no solo estéticas para los dedos y dientes. También puede provocar heridas en los dedos, labios y encías, y diversos tipos de infección. La onicofagia suele aparecer en la infancia, agudizarse en la adolescencia e ir desapareciendo en la edad adulta, aunque puede persistir.
Clásicamente este hábito se ha atribuido a ansiedad, miedo, estrés, frustación, o simplemente aburrimiento. Pero estudios recientes indican que más bien puede tratarse de un gesto compulsivo en individuos perfeccionistas, que buscan aliviar el aburrimiento o la irritación. Se trataría por tanto de una especie de “tic” que constituiría una forma leve de trastorno obsesivo-compulsivo.
Unos investigadores han publicado recientemente en el Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry un estudio en el sometieron a 48 personas a situaciones que les provocaban estrés (película sobre accidente aéreo), relajación (grabación con el oleaje del mar), frustración (hacer rompecabezas fácil que luego resulta muy difícil) y aburrimiento (solos en una habitación por un tiempo). De los 48 la mitad tenían el hábito de morderse las uñas y la otra mitad no. Los que lo hacían se aplicaban a actividades insistentes en todas las situaciones (excepto en la relajante) con mucha más frecuencia que los que no se mordían las uñas. Esto apoya la teoría de que el estrés no es la única causa de este tipo de actos compulsivos. El aburrimiento y la frustración, frecuentes en personas perfeccionistas, serían desencadenantes incluso más potentes para la onicofagia. En estas personas, morderse las uñas puede satisfacer la urgencia de ocuparse en algo, aunque este alivio dure solo un instante.
¿Qué se puede hacer para vecer el hábito? Los expertos recomiendan:
- Identificar las situaciones que preceden al hábito (por ejemplo, tocarse los bordes de las uñas y de la piel) y hacer conscientes los momentos que provocan el hábito (al leer, al conducir, al ver la tele, etc)
- Buscar un pacto con alguien, una motivación, o un refuerzo positivo si se consigue el objetivo.
- Utilizar trucos para cesar la costumbre: comer chicle sin azúcar, mantener las manos ocupadas con algún objeto en los momentos que provocan onicofagia, o ponerse alguna sustancia amarga disuasoria en las uñas.
Por último, os haré una confesión… ¡Acabo de dejar de morderme las uñas! En mi caso no creo que me las mordiera por ansiedad, ni por frustración, y mucho menos por aburrimiento… Pero sí podría encuadrarme como una persona bastante perfeccionista. Os cuento mi experiencia según los 3 puntos anteriores: 1) Identiqué las situaciones para estar más pendiente de los momentos (sobre todo al conducir y al estar en el ordenador); 2) Hice un pacto con mi hija que también tenía el hábito (el hacerlo junto con otra persona motiva más y ayuda a ir reforzándose mutuamente); 3) Compré 2 rotuladores de uñas Raylex, un producto amargo que venden en las farmacias ( http://www.raylex.com/es – Os lo nombro y os lo recomiendo por mi experiencia personal positiva, no porque tenga ningún interés comercial). El producto va asociado a una app gratuita que te recuerda cada día por la mañana que debes ponértelo (a la hora que tú configures). Al final del día (también a la hora que configures) te pregunta si has conseguido o no morderte las uñas. Lo va anotando en un calendario, y cada 2 ó 3 días vas consiguiendo premios simbólicos que sirven como refuerzo positivo. ¡A mí me ha funcionado!
Pasadle esta información a vuestros familiares o amigos que se merienden las uñas, o a veces incluso los dedos… Por su estética, y por su salud. ¡Buen finde!
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