Si el otro día os hablaba del “famoso» punto G, hoy lo haré de otras zonas erógenas, algunas quizá poco conocidas.
- El filtrum de los labios: es el surco que une la nariz con el labio superior. Los griegos ya afirmaban que era la zona más erógena del cuerpo. Tiene muchas terminaciones nerviosas, y su estimulación provoca la liberación de oxitocina, la “hormona del amor”.
- La lengua: en la punta de la lengua hay muchas fibras nerviosas que liberan serotonina y dopamina, hormonas que intervienen en la sensación de disfrute de la relación sexual. Dar un beso de tornillo, acariciar la punta de la lengua, o presionarla entre los labios pueden ser gestos muy erógenos.
- La nuca: acariciar la nuca de arriba abajo (en sentido descendente) estimula la zona de transición entre dos tipos de tejido, el del cuero cabelludo y el de la piel desnuda de la nuca, redoblando la sensación placentera.
- El borde de la mandíbula: al iniciar los besos desde el cuello y seguir por el arco de la mandíbula se produce una estimulación cutánea que libera endorfinas, aumentando la sensación de bienestar.
- La clavícula: va desde el hombro hasta la parte superior del esternón. La parte de la clavícula más cercana al esternón es la que más terminaciones nerviosas tiene. Si se comienzan los besos desde la zona más cercana al hombro y se recorre hasta la más cercana al esternón, la sensación de placer irá en aumento.
Ya sabéis chicos, ¡a practicar y a explorar nuevas sensaciones!
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