El síndrome de Dorian Gray fue descrito por primera vez en el año 2000 por B. Brosig de la Universidad Justus Liebig (Giessen, Alemania). El nombre fue tomado de la novela del escritor irlandés Oscar Wilde publicada en 1890 «El retrato de Dorian Gray». En ella, el joven y apuesto Dorian Gray, al ver un retrato de sí mismo, desea mantenerse joven para siempre mientras es el lienzo el que envejece.
El síndrome de Dorian Gray tiene su origen en un fenómeno cultural y social en auge en los últimos años, caracterizado por una preocupación excesiva por el aspecto del propio individuo (dismorfofobia) acompañada por dificultades para hacer frente al proceso de envejecimiento y por inhabilidad para aceptar el crecimiento o la madurez emocional. Para su diagnóstico deben concurrir los siguientes síntomas:
- Dismorfofobia (o trastorno dismórfico corporal, TDC): consiste en una preocupación importante y fuera de lo normal por algún defecto percibido en las características físicas propias, ya sea real o imaginado.
- Rasgos narcisistas: necesidad excesiva de admiración y afirmación. Hay un enamoramiento de sí mismo o vanidad basado en la imagen propia o ego.
- Incapacidad para la maduración psíquica: a menudo se ve también en las parafilias.
- Consumo excesivo de productos médicos: para el crecimiento del pelo (por ejemplo finasteride), inhibidores de la absorción de grasas (como Orlistat), medicación para la disfunción eréctil, antidepresivos, dermatología cosmética o cirugía estética.
Algunos pacientes desarrollan cuadros de ansiedad o de depresión, que pueden incluso llegar a intentos de suicidio, al no poder controlar la pérdida de la belleza y de la juventud. También pueden caer en adicciones al alcohol o las drogas.
Un tipo frecuente de dismorfofobia que es motivo de consulta para un andrólogo y de la que ya os he hablado, es la creencia de tener un pene pequeño. Cuando se compara el tamaño del pene de estos pacientes con las gráficas de longitud y circunferencia en el población general, solo un 3% tienen un verdadero micropene. Pero a pesar de intentar convencer a estos varones de que su tamaño es normal, en muchos persiste el trastorno dismórfico. Si además se suman el narcisismo y la inmadurez, entonces estamos ante un verdadero síndrome de Dorian Gray.
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