Seguro que más de una vez te has peleado con tu pareja y después has practicado el llamado «sexo de reconciliación» con más fogosidad que nunca. En el mundo anglosajón se conoce como «make up sex». Si no se trata de una práctica repetitiva y ocurre espontáneamente en alguna ocasión, puede ser útil para resolver algún pequeño conflicto y afianzar la relación de pareja. Sin embargo, sexólogos expertos advierten de que si la pareja lo utiliza como práctica habitual de reconciliación, o si se busca intencionadamente para incrementar el placer, puede acabar siendo dañino para la relación.
Pero ¿por qué el sexo de reconciliación es especialmente intenso y placentero? Para entenderlo hay que conocer lo que se denomina «fight or flight» (lucha o huye). Es la respuesta física que por naturaleza tenemos ante una agresión, una amenaza, un peligro o una situación estresante. Si nos encontramos un ladrón en casa, o si nos ataca un animal, nuestro cuerpo produce adrenalina y otras hormonas de estrés para mantenernos en estado de alerta total y poder dar respuestas rápidas a una situación que puede ser de supervivencia. Esta reacción también se activa cuando hay una pelea o una fuerte discusión. En este estado, muchas parejas encuentran el sexo de reconciliación muy fogoso y placentero, e incluso lo propician o lo buscan deliberadamente.
Se trata de una vía de escape que no es nada buena, ya que se evita la resolución madura del conflicto. En palabras de una sexólogo experto «el abismo en la comunicación crece, la confianza se reduce y la pareja entra en una dinámica tóxica donde se requiere una interacción violenta para tener relaciones sexuales satisfactorias. Se termina hiriendo a la pareja y posiblemente en ruptura».
En conclusión, está bien el sexo de reconciliación de forma ocasional y siempre que el problema se acabe hablando y resolviendo, pero no como forma habitual de evitación para afrontar los conflictos, y mucho menos como modo de búsqueda de placer. En estos casos puede ser especialmente dañino.
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