Ya os hablé del cáncer de pene, que puede estar relacionado con una inflamación crónica (balanitis) o con el virus del papiloma (VPH). En fases muy tempranas, el cáncer de pene puede tratarse de forma conservadora sin perder longitud y funcionalidad del pene. Sin embargo, si está más avanzado, hay que realizar una penectomía parcial o incluso una penectomía total.
En el caso de la penectomía parcial la cirugía acorta el pene y el orificio de la orina (meato uretral) permanece en la punta. El chorro de la orina se puede todavía dirigir y, dependiendo de la longitud remanente de pene, se puede conservar también la función sexual.
Sin embargo, en ocasiones hay que realizar una penectomía total, unas veces de entrada y otras veces tras recurrencia del tumor después de una penectomía parcial. En estos casos se extirpa todo el pene llegando hasta la raíz de los cuerpos cavernosos, y se deja un muñón de uretra largo que se aboca a la piel por debajo de los testículos. A esto se le llama uretrostomía perineal. No debe haber escapes de orina, porque el esfínter urinario queda intacto, pero el paciente está obligado a orinar sentado de por vida.
Afortunadamente son situaciones poco frecuentes a las que hay que llegar pocas veces. El mensaje es que ante cualquier pequeña lesión sobreelevada o induración en la piel del prepucio, del tallo del pene o en la superficie del glande, hay que consultar sin demora con el urólogo.
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