Como ya os expliqué un día, más de la mitad de los tumores renales se diagnostican por casualidad al realizar una ecografía o un TAC por otro motivo. A la hora de decidir cómo extirpar el tumor hay que considerar si realizar una nefrectomía radical o una nefrectomía parcial, y si realizarla por cirugía abierta o por cirugía laparoscópica.
Las ventajas de la cirugía laparoscópica en Urología ya os las detallé pero, en resumen, vienen dadas por su carácter menos invasivo que condiciona una recuparación más rápida y con menos dolor postoperatorio. Siempre que sea factible, la nefrectomía se realiza por esta vía. Las únicas limitaciones son pacientes con problemas respiratorios severos o cirugías abdominales previas que impidan el acceso.
La otra disyuntiva es si realizar nefrectomía radical (total) o parcial. Cuando el paciente solo tiene un riñón no hay duda, hay que realizar la nefrectomía parcial, de lo contrario lo condenaríamos a diálisis o trasplante renal de por vida. Pero si tiene los dos riñones, la nefrectomía parcial es una opción, no algo obligatorio. En los últimos años se ha visto que en casos bien seleccionados, la nefrectomía parcial es segura, obteniendo unos resultados oncológicos equiparables a los de la nefrectomía radical. Por este motivo, cuando es factible, hoy en día se considera la mejor alternativa. ¿Qué ventajas tiene la nefrectomía parcial? Cuanta más masa renal se conserve, mejor para mantener la función de filtrado, ya que con la edad el tejido renal se va deteriorando. ¿Y qué limitaciones tiene? Se trata de una cirugía más difícil, sobre todo por laparoscopia, y con más complicaciones potenciales como sangrado o fístula urinaria. Además, no siempre se puede realizar en tumores grandes, con trombo en cava, o de localización muy central.
Hacen falta años de experiencia en cirugía laparoscópica para «atreverse» a realizar una nefrectomía parcial. Al principio solo lo haces en tumores muy periféricos y pequeños y, poco a poco, vas operando tumores cada vez más grandes y que profundizan más hacia el seno renal. Por eso, podríamos decir que la nefrectomía parcial laparoscópica es un reto para el urólogo, porque él mismo es quien pone su límite.
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