A partir de una determinada edad algunos hombres sufren un descenso de testosterona que provoca disminución del deseo sexual y disfunción eréctil, apatía, tendencia a la depresión, pérdida de fuerza muscular y trastornos del sueño. Es lo que se denomina menopausia masculina (o hipogonadismo del adulto), de la que ya os he hablado.
Si existen síntomas compatibles y el análisis de sangre muestra un déficit de testosterona, entonces se aconseja la administración de esta hormona en forma de gel, parches o inyecciones. Pero existen muchos miedos, falsas creencias o mitos que con el tiempo se han creado en torno al tratamiento con testosterona:
- El hipogonadismo del adulto es poco frecuente: FALSO. Los niveles de testosterona empiezan a decaer gradualmente a partir de los 40 años. Según el estudio EMAS (European Study Aging Male) hasta un 11% de los hombres llegarán a tener cifras bajas de testosterona.
- No debe darse testosterona más allá de los 70 años: FALSO. La esperanza de vida de los hombres en España es de 80 años. En el grupo de pacientes más añosos el tratamiento con testosterona no solo ayuda a mejorar la vida sexual, también previene fracturas patológicas y otros problemas derivados de la osteoporosis, así como algunos trastornos psiquiátricos, en especial la depresión.
- La testosterona actúa principalmente aumentando la masa muscular: FALSO. Es cierto que la sustitución de grasa por masa muscular es uno de los efectos de la testosterona. Pero es mucho más marcado por ejemplo, el aumento de la densidad mineral ósea. Otros muchos efectos son la mejoría de la función sexual, del humor, y de la calidad del sueño.
- La testosterona inyectada es más potente que el gel transdérmico: FALSO. La testosterona en gel se absorbe rápidamente y a partir de los 30 minutos ya se puede detectar un aumento mantenido de los niveles en sangre que dura 24 horas. Las inyecciones cada 3 semanas producen un pico inicial muy intenso que rara vez se mantiene a partir del día 14, decayendo los niveles por debajo de las cifras normales durante la tercera semana. Las inyecciones cada 12 semanas mantienen niveles de testosterona estables durante todo el tiempo antes de la siguiente dosis.
- La administración de testosterona a largo plazo puede tener efectos secundarios severos: en pacientes obesos con problema nocturno de ronquidos y apnea del sueño, la testosterona debe usarse con precaución. También en la insuficiencia cardiaca severa o cuando hay un número muy elevado de glóbulos rojos en la sangre. En cuanto a problemas coronarios la testosterona no solo no es perjudicial, sino que en estudios a largo plazo ha demostrado un efecto cardioprotector al contribuir revertir el síndrome metabólico (obesidad, aumento de colesterol, diabetes, etc).
- La testosterona produce cáncer de próstata: FALSO. Los estudios realizados hasta la fecha no relacionan los niveles elevados de testosterona con el desarrollo de un cáncer de próstata. Otra cosa es que haya que descartar un cáncer con tacto rectal y PSA antes de iniciar un tratamiento, ya que si el cáncer existe, crecería más rápidamente alimentado por la testosterona.
- La testosterona empeora la hiperplasia benigna de próstata (HBP): FALSO. Aunque se contraindica la testosterona en caso de síntomas graves por HBP, realmente los estudios clínicos no han demostrado que la testosterona produzca HBP o que la empeore si ya existe.
- A un hombre con cáncer de próstata no se le puede dar testosterona: FALSO. Una vez se ha realizado un tratamiento radical como cirugía o radioterapia y ha pasado un periodo de tiempo prudencial, puede iniciarse la testosterona si es necesario.
- El tratamiento con testosterona puede mejorar el deseo sexual pero no la rigidez de las erecciones: FALSO. Los pacientes tratados con testosterona mejoran el deseo sexual rápidamente después de iniciar el tratamiento. La disfunción eréctil puede tardar más en mejorar, incluso varios meses, pero también acaba haciéndolo.
- No sirve de nada hacer un screening del déficit de testosterona: FALSO. Actualmente se recomienda determinar la testosterona no solo en la disfunción eréctil sino también en el síndrome metabólico (diabetes, hipercolesterolemia, obesidad, sendentarismo e hipertensión), en las enfermedades de la glándula pituitaria, en la insuficiencia renal crónica en diálisis, en el tratamiento crónico con corticoides u opiáceos, en la infertilidad, en la osteoporosis o fracturas patológicas, en algunos problemas pulmonares y en el VIH con disminución de masa ósea.
Bien, pues ya veis, hay muchos mitos en torno a la testosterona. Espero haberos aclarado algunas cosas.
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