La cirugía de la hiperplasia benigna de próstata (HBP) puede realizarse mediante el procedimiento abierto convencional (hoy en día en desuso) o mediante cirugía endoscópica introduciendo un instrumento por la uretra. Ya os expliqué todas las modalidades de cirugía en el post «Tratamiento quirúrgico de la hiperplasia benigna de próstata». La pregunta sobre si una persona se tiene que operar de la próstata o no, hay que responderla desde la perspectiva no solo del médico sino también desde la del propio paciente. Se trata de una decisión compartida. Y vamos a ver por qué.
Si a pesar de un tratamiento farmacológico correcto existen complicaciones de la HBP, como una retención aguda de orina, piedras en la vejiga, divertículos que se vacían mal, insuficiencia renal o infecciones urinarias recurrentes, entonces será el urólogo quien determine la necesidad de la intervención quirúrgica.
Pero en el caso de que persistan síntomas molestos a pesar de la medicación o bien que se requiera un tratamiento definitivo para evitar efectos secundarios de las pastillas, tiene que ser el propio paciente quien diga si la severidad de sus síntomas merecen la operación. O si por el contrario prefiere seguir con el tratamiento farmacológico.
Por tanto, en la mayoría de los casos, la decisión de si hay que operar de la próstata o no es compartida. El paciente típico es aquel al que le haces la revisión año tras año y tiene un empeoramiento lento y progresivo. Llega un momento que él te plantea la intervención o se la planteas tú al ver que ya no tienes más armas con la medicación. Y entonces te preguntan «¿y usted qué haría?» Mi respuesta siempre es «depende de lo molesto que esté». También hay quien tiene mucho miedo a operarse y aún estando muy molesto aguanta, aguanta y aguanta. Estos casos hay que identificarlos y quitar miedo a la intervención, que siendo endoscópica es sencilla, con recuperación rápida y con baja probabilidad de generar complicaciones.
4 Comentarios
Deja tu respuesta.