A todos nos ha podido ocurrir alguna vez que un hijo pequeño entre en la habitación y nos sorprenda en pleno acto sexual. Una situación comprometida… ¿Cómo manejarla?
Lo primero es actuar con tranquilidad, con naturalidad, sin ponerse nervioso ni enfadarse porque el niño haya venido. Según expertos en psicología infantil, al tratarse de una escena fuera de lo común, el niño podría malinterpretarla al confundir las posiciones y gemidos como una señal de dolor. O si nos enfadamos puede creer que algo va mal. Al contrario, hay que hacer ver al niño que se trata de algo natural, normal en una pareja que se quiere.
Algunos psicólogos recomiendan pedirle al niño que se espere fuera de la habitación por privacidad, después salir vestido, y hablar con él explicándole la verdad, adecuando el vocabulario a la edad, con palabras dulces. Y si el niño pregunta, siempre hay que darle una respuesta lo más realista posible. Por ejemplo, a un niño de 6 años se le puede decir «papá y mamá se quieren y por eso a veces juegan desnudos el uno encima del otro». Al día siguiente conviene volver a hablar con él, preguntarle por lo que vio y dejarle que él pregunte. Es bueno aprovechar para hablarle del espacio íntimo, del amor y de la ternura que los adultos se muestran cuando se quieren. No se debe ignorar la situación y no decir nada al niño, de lo contrario podría quedarse con una mala interpretación de lo visto.
Si tu hijo te sorprende, está claro que hay que salvar la situación. Pero lo mejor es prevenir. Y para ello los expertos recomiendan inculcar a los hijos ya desde pequeños el respeto a la intimidad y al espacio ajeno. No deberían entrar en tu habitación sin autorización. Por otro lado, dejar la puerta cerrada con llave durante un rato no cuesta nada y evita este tipo de situaciones embarazosas.
Tampoco hay que culparse en el seno de la pareja el uno al otro, o culpar al niño. Si tu hijo te sorprende, no debe ser un motivo de discusión. Tomadlo con humor… ¡hay cosas peores!
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