Mientras que las mujeres indefectiblemente dejan de poder ser madres a partir de la menopausia, en los hombres la producción de espermatozoides puede mantenerse mucho más tiempo. Según las estadísticas, un número no desdeñable de hombres son padres a los 50, o incluso a los 60.
Los testículos no se hacen más pequeños con la edad, o quizás sí, pero de los 80 años en adelante. Las espermatogonias (células precursoras de espermatozoides) disminuyen lentamente en número debido al envejecimiento. También lo hacen las células de Leydig, productoras de testosterona. Pero esta disminución es muy gradual, y la velocidad del deterioro es muy variable de unos individuos a otros en función del estado general de salud o del padecimiento de enfermedades crónicas.
El resultado es que la calidad seminal se resiente de forma gradual con el tiempo, pero no existe una edad a partir de la cual el hombre deja de ser fértil. El volumen seminal, la concentración y la movilidad de los espermatozoides disminuyen a razón de un 0,5-0,7% anual. Además se comienzan a acumular anomalías genéticas. Los abortos espontáneos por aneuploidías o la trisomía 21 son, por ejemplo, más frecuentes a mayor edad, igual que sucede en las mujeres. A pesar de todo, el riesgo de anomalías genéticas es bajo en términos absolutos.
Al final es una cuestión de probabilidades: aunque haya menos espermatozoides, menos móviles y con más anomalías, y el embarazo sea cada año que pasa un poco más difícil, siempre existen posibilidades si se conserva un buen estado de salud.
¿Qué? ¿Os véis como el feliz señor de la foto?
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