El término fitoterapia viene del griego Fyton (planta) y Therapeia (terapia). Os podéis imaginar entonces que la fitoterapia es el tratamiento a base de extractos de plantas.
El uso de la fitoterapia para el tratamiento de la hiperplasia benigna de próstata está muy extendido. De hecho, existen numerosos preparados comerciales sobre todo a base de Serenoa repens y Pygeum africanum. La primera pertenece a la familia de las palmeras y es originaria de México. La segunda es una especie de árbol perteneciente a la familia de las rosáceas, y originaria del Africa subsahariana.
Se les atribuye un efecto «descongestivo» prostático, que se traduciría en la mejoría de los síntomas que produce la hiperplasia benigna de próstata o la prostatitis, tanto los obstructivos (dificultad para iniciar la micción, chorro débil, goteo terminal) como los irritativos (aumento de la frecuencia miccional de día y de noche, urgencia miccional). Al tratarse de un producto natural no existen efectos secundarios ni contraindicaciones.
Pero, ¿qué dicen los estudios científicos? Hasta la fecha, la eficacia de la fitoterapia siempre ha estado en entredicho. De los muchos preparados comerciales que existen, el único producto avalado por la Agencia Europea del Medicamento (EMA) es el extracto hexánico lipidoesterólico de Serenoa Repens (PERMIXON®). Se le reconoce eficacia por su efecto antiinflamatorio, antiproliferativo y antiandrógeno. Puede ser una opción en pacientes con síntomas leves o moderados sin complicaciones (insuficiencia renal, infecciones, piedras en la vejiga, retención urinaria, etc.). Cando hay síntomas severos o aparecen complicaciones, los alfa-bloqueantes (tamsulosina, silodosina, alfuzosina, doxazosina, terazosina) o los inhibidores de la 5-alfa-reductasa (finasteride, dutasteride) son tratamientos con eficacia mucho más contrastada.
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