El juego del muelle o ruleta sexual o carrusel surgió hace unos años en Medellín (Colombia) entre los adolescentes entre 13 y 19 años, y desde allí se extendió por Argentina y resto de América Latina. Pero la policía encontró el año pasado en Madrid un vídeo con esta práctica, y ya ha habido varios testimonios que confirman que el juego ha llegado a nuestro entorno. Veamos en qué consiste.
Un grupo de jóvenes se reúnen en una casa, con un poco de alcohol y un poco de música para ambientar. Los chicos se sientan en en el suelo en círculo con las piernas estiradas y los pantalones bajados. Alguien con un cronómetro en marcha da la salida y comienza el juego del muelle. Las chicas, desnudas de cintura hacia abajo, se sientan encima de ellos y fuerzan la penetración. A los 30 segundos el del cronómetro avisa de que toca cambiar, y cada chica se sienta sobre el chico de al lado. Y así cada 30 segundos. Cuando alguien eyacula pierde. Al final solo puede quedar uno, que se convierte en el “rey de la fiesta”.
Más allá de la aberración en el uso de la sexualidad, como podéis imaginar los problemas son múltiples: probabilidades enormes de contraer una enfermedad de transmisión sexual, embarazos no deseados, o vaginismo y desgarros en las mujeres por penetrar sin excitación previa y adecuada lubricación. En Colombia, el juego del muelle se ha llegado a convertir en un verdadero problema social por el aumento exponencial en los últimos años de los embarazos no deseados. Aquí todavía sería mucho decir que el juego del muelle se ha popularizado, pero por lo visto el verano pasado ya corría entre los adolescentes españoles un WhatsApp que explicaba cómo se juega…
Según la psicóloga y sexóloga Ana Lombardía “Los adolescentes están empezando a normalizar este tipo de prácticas. En ningún momento se piensa en el placer. Se lo toman como algo divertido, otro juego más, una práctica de poder. Las chicas se prestan a ello porque quieren demostrar estar más liberadas sexualmente. Y los chicos compiten entre ellos para ver quién es el más macho, el que más aguanta”.
Me aterra pensar en la jungla que le espera a nuestros hijos ahí fuera… Centrémonos pues en amueblarles bien la cabeza.
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