Anteayer asistí a una conferencia sobre la «Gestión del error médico», cómo comunicarlo al paciente y sus familiares y cómo manejarlo. Desde el punto de vista del médico, fue muy interesante porque nos dio algunos consejos y recomendaciones en caso de tenernos que enfrentar a alguna situación desgraciada de este tipo a lo largo de nuestra vida profesional. Pero también hubo algunas reflexiones que he pensado conveniente compartir de cara al paciente que puede sufrir el error médico.
La charla comenzó distinguiendo lo que son los efectos adversos, las complicaciones y los errores médicos. Veamos a qué nos referimos con esto:
- Un efecto adverso es un accidente imprevisto e inesperado que ocurre durante el tratamiento de un paciente en el hospital, que tiene por resultado una lesión, una incapacidad, una prolongación de la estancia hospitalaria o incluso la muerte, y que se deriva de la asistencia sanitaria y no de la enfermedad de base en sí misma. Un ejemplo es un tromboembolismo pulmonar en el postoperatorio de un paciente con encamamiento prolongado, o una alergia grave a un medicamento utilizado durante el tratamiento.
- Una complicación es una alteración en el proceso de la enfermedad, derivada de la misma o inherente a su tratamiento. Por ejemplo, una sepsis o un sangrado postoperatorio, que pueden incluso llevar a la muerte del paciente. Los médicos estamos obligados a hacer firmar un consentimiento informado antes de cualquier intervención quirúrgica avisando de las posibles complicaciones que se pueden derivar de ella.
- Un error médico es una conducta inadecuada de un profesional, que ha actuado con impericia, con imprudencia o con negligencia. Un efecto adverso es imprevisible e inevitable si se han seguido todos los protocolos adecuados en cada caso, no es un error médico. Pero sí es un error médico un tromboembolismo pulmonar en un paciente de riesgo al que no se le ha puesto heparina, o una alergia grave a un medicamento en un paciente que era conocedor de esa alergia y lo había manifestado. Un sangrado postquirúrgico o una sepsis grave postoperatoria con resultado de muerte no es un error médico si se ha actuado siempre de acuerdo a la «lex artis» (prácticas médicas aceptadas), pero sí es una «mala praxis» si no se ha aplicado la técnica quirúrgica correcta o si no se ha utilizado la profilaxis antibiótica adecuada.
Para quien sufre las consecuencias de un efecto adverso o de una complicación con resultados graves, puede ser difícil entender que la medicina no es infalible. El médico está siempre obligado a hacer con diligencia todo lo que esté en sus manos por curar, por aliviar o simplemente por acompañar cuando no se puede hacer nada. Pero no se le puede hacer responsable de efectos adversos imprevisibles o de complicaciones que son inherentes a los actos médicos.
Por supuesto que hay errores médicos, todos cometemos algún error a lo largo de nuestra vida profesional tras cientos de miles de decisiones y actuaciones médicas. Errar es humano. Afortunadamente, en la mayoría de los casos las consecuencias de estos pequeños errores son banales. Pero por desgracia, otras veces puede no ser así. Los errores con consecuencias graves deben ser resarcidos, qué duda cabe. Para eso existen los seguros de responsabilidad civil. Pero debería entenderse que nunca hay intencionalidad, ningún médico quiere hacer daño a nadie.
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