Si eres joven y sano y estás pensando en tener hijos en el futuro, probablemente pienses que solo por estar sano ya tienes asegurado poder tener hijos. Si tengo un tamaño testicular normal, barba, vello corporal y púbico con distribución típicamente masculina (indicando buena virilización), constitución normal y buena salud general, ¿por qué debo preocuparme sobre si podré o no podré tener hijos? Por supuesto, estar sano es un requisito necesario para tener espermatozoides fuertes y rápidos, pero ¿es suficiente para ser fértil?
Desgraciadamente, en los países desarrollados tenemos cientos de toxinas que pueden interferir negativamente sobre la calidad de nuestro semen. No es suficiente con estar sano, debemos estar atentos también al efecto de las toxinas que actúan sobre la fertilidad, y evitarlas en la medida de lo posible. Las toxinas pueden disminuir el número de espermatozoides (oligozoospermia), impedir su correcta movilidad (astenozoospermia), alterar su morfología normal (terazoospermia), o provocar fragmentación en su ADN. A los que estéis más interesados sobre el tema de la fertilidad masculina os recomiendo leer «Cómo interpretar un espermiograma» para entender todos estos términos. Y también «¿Buscas tener hijos? Lo que debes saber sobre la fertilidad de la pareja» para tener claros algunas cuestiones generales sobre la fertilidad.
¿Cómo actúan las toxinas?
El alcohol, el tabaco, las drogas, las toxinas laborales y ambientales, una temperatura elevada de forma continua en el escroto, la quimioterapia, la radioterapia, o algunos medicamentos de uso común pueden provocar un proceso llamado estrés oxidativo, que resulta en la fragmentación del ADN de los espermatozoides. Esta alteración no es detectable en un espermiograma convencional, sino que necesita de una prueba de laboratorio muy específica, solo disponible en algunos laboratorios especializados. Se sabe por ejemplo que unos niveles de fragmentación del ADN espermático mayores del 15% son más frecuentes en pacientes con oligozoospermia (nº de espermatozoides por debajo de lo normal), pero también pueden aparecer hasta en un 8% de los pacientes con normozoospermia (nº, movilidad y morfología espermática normal). La fragmentación del ADN disminuye la capacidad de fertilización tanto de forma natural como mediante técnicas de reproducción asistida.
Otras causas de fragmentación del ADN pueden ser las infecciones seminales, las enfermedades autoinmunes, una edad elevada, la obesidad, el estrés, una mala dieta, tener un varicocele o algunas enfermedades crónicas (diabetes, insuficiencia renal, hemoglobinopatías, etc). Pero en este artículo nos vamos a centrar en el efecto de las toxinas sobre la calidad espermática.
¿Cuáles son las principales toxinas para los testículos?
- Alcohol, tabaco y drogas: el efecto negativo del alcohol y del tabaco sobre la fertilidad es bien conocido. También el de cualquier tipo de droga. Merece una mención especial el cannabis, que no solo fragmenta el ADN, sino que también reduce la testosterona, aumenta la prolactina, disminuye los niveles energéticos de los espermatozoides, reduce su movilidad y altera su morfología.
- Toxinas laborales y ambientales: los pesticidas utilizados en la agricultura o en la jardinería, los disolventes y las pinturas, los metales pesados, los plásticos, el humo en garajes o locales cerrados, las dioxinas y ftalatos y otros productos químicos son potentes inductores de estrés oxidativo y de fragmentación del ADN de los espermatozoides. Muchos de ellos también son considerados disruptores endocrinos o EDC (endocrine disrupting chemicals) por ser capaces de provocar cambios en el balance hormonal de nuestro organismo. Los EDC se encuentran actualmente en todo el planeta, y la principal ruta por la que nos encontramos expuestos a ellos es la ingestión de alimentos y de agua contaminados. Se han identificado casi 800 sustancias químicas con propiedades disruptoras endocrinas. Algunos EDC muy bien conocidos son el dietilestilbestrol (DES), los polibromodefeniléteres (PBDE), el benzopireno, el bisfenol A y metales pesados como el plomo, el arsénico, el cadmio y el metilmercurio.
- Temperaturas elevadas en el escroto: el uso frecuente de saunas o baños de agua caliente, el trabajo en hornos o cocinas con altas temperaturas, o pasar mucho tiempo sentado con las piernas juntas (conductores, oficinas, etc.) puede provocar el aumento continuado de la temperatura escrotal. Esto lleva a un aumento del estrés oxidativo en los espermatozoides.
- Medicación: algunos fármacos pueden alterar la producción del semen. Comprueba aquí si estás tomando alguno de ellos:
- Ácido valproico
- Alopurinol
- Antagonistas del calcio: verapamilo, nifedipino, diltiazem, amlodipino, nicardipino, cinarizina y otros.
- Cimetidina
- Colchicina
- Espironolactona
- Ketokonazol
- Minociclina
- Niridazol
- Nitrofurantoína
- Sulfasalazina
- Hormonas y fármacos con acción hormonal: testosterona, esteroides anabolizantes, flutamida, bicalutamida, estrógenos, progesterona, finasteride, dutasteride, y otros.
- Quimioterapia: si has tenido algún tumor de testículo, sarcoma, linfoma, o cualquier otro tipo de cáncer que haya sido tratado con quimioterapia o radioterapia, tu producción de semen puede estar alterada. En mayor o menor medidad, todos los agentes quimioterápicos pueden producir una disminución o incluso una ausencia total de espermatozoides (azoospermia). Por este motivo, se recomienda siempre congelar muestras de semen en pacientes en edad fértil antes de iniciar este tipo de tratamientos. Después de 6-12 meses, la producción puede recuperarse totalmente (normozoospermia), parcialmente (oligozoospermia), o puede quedar un daño total permanente e irreversible (azoospermia). Además de disminuir el nº de espermatozoides, la quimioterapia puede ser teratógena, es decir, puede producir malformaciones en la descendencia. Se debe evitar el embarazo hasta 1 año después de completada.
- Radioterapia: habitualmente se aplica protegiendo los testículos, pero aún así un 1% de la radicación llega, y esto puede resultar en un deterioro de la calidad seminal. El efecto puede ser reversible al cabo de unos 6 meses, o incluso años, o puede ser permanente. Igual que la quimioterapia, también tiene un potencial teratogénico, por lo que se recomiendo evitar el embarazo hasta pasado un año de finalizada la última sesión de radioterapia.
- Lubricantes vaginales: muchos de los lubricantes comercializados para ayudar en la penetración contienen sustancias espermicidas. Además la mayoría, incluso aunque no contengan espermicidas, disminuyen el pH vaginal produciendo una disminución de entre un 60% y un 100% de la movilidad espermática. Es importante minimizar su uso cuando se busca en el embarazo. En su lugar, se pueden utilizar lubricantes naturales como la simple aplicación de agua tibia, aceite de colza, aceite mineral o claras de huevo crudas. Algunos lubricantes comerciales específicamente diseñados para no interferir en la concepción, también pueden ser seguros.
¿Cómo puede combatirse el efecto de las toxinas?
Si se identifica exposición a algunas de estas toxinas, la primera recomendación es, por supuesto, evitar la exposición en la medida de lo posible. Pero si no se identifica una causa clara, o evitar la exposición es imposible, entonces puede iniciarse un tratamiento con medicación antioxidante. El tratamiento con antioxidantes puede combatir eficazmente el estrés oxidativo y revertir la fragmentación del ADN de los espermatozoides.
Cualquier tratamiento administrado para mejorar el semen debe mantenerse un mínimo de 3 meses, que es el tiempo que tardan los espermatozoides en madurar. Lo que suele realizarse es iniciar el tratamiento y al cabo de 3 meses repetir el espermiograma para ver si ha habido mejoría. Si mejoras, tu médico puede recomendarte continuar la medicación durante más tiempo. Algunos ejemplos de antioxidantes que suelen combinarse en los preparados comerciales son los siguientes:
- Vitaminas: E y C.
- Minerales: selenio, zinc, cobre y otros.
- Otros: ácido fólico, glutation, aminoácidos, carnitina, carotenoides (p.e. licopeno), flavonoides, coenzima Q10.
Este tipo de fármacos deben acompañarse siempre de las recomendaciones generales para mejorar la calidad seminal, especialmente una dieta rica en frutas y verduras (contienen también muchos antioxidantes). Esta lista puede serte útil:
- Vitamina C: se encuentra en muchas frutas y verduras, en especial en los pimientos rojos, los kiwis, las naranjas y la uva.
- Vitamina E: en los frutos secos, las semillas, los aceites y las verduras de hoja verde.
- Zinc: en las ostras, el cangrejo, la carne roja, el pollo y los frijoles.
- Selenium: se encuentra en elevadas cantidades en las nueces de Brasil, el atún, el bacalao, la carne roja, el pavo y el pollo.
- Ácido fólico: en el hígado de ternera, las verduras de hoja verde, las frutas, las judías, los guisantes y los cereales.
- Licopeno: en los tomates, los albaricoques, la uva roja y el melón.
- Ácidos grasos omega-3: atún y salmón.
Pero hay que tener en cuenta que las frutas y verduras pueden contener restos de pesticidas, muy perjudiciales para la formación de espermatozoides. Por ello es muy importante consumir productos ecológicos (más caros) o, al menos, seleccionar bien aquellos con menos riesgos (ver «Efecto de los restos de pesticidas en frutas y verduras para la fertilidad masculina»). También es buena práctica lavar y pelar bien todas las piezas.
Esto es todo por hoy. Espero que tengáis ahora una buena idea sobre el peligro para la fertilidad de la enorme cantidad de toxinas a las que estamos expuestos día a día sin darnos cuenta. Alertar sobre estos riesgos a la población masculina que intenta concebir es muy importante, ¡compártelo en las redes sociales!
Gracias una vez más a todos los lectores de Men’s App. Recuerda que puedes seguir el blog por email o en Facebook, Google+, LinkedIn y Twitter.
1 Comentario
Deja tu respuesta.