La cirugía prostática suele realizarse a una edad en la que ya no se quieren tener más hijos, por lo que la pérdida de la eyaculación secundaria a la intervención suele asumirse sin problemas. En pacientes jóvenes que tienen que ser operados de hiperplasia benigna de próstata y todavía tienen deseo de fertilidad, conservar la eyaculación es imperativo. Aquí está claro, lo mejor es intentar controlar los síntomas con medicación oral y posponer la cirugía hasta que se hayan tenido los hijos. Pero otras veces, aún sin querer más descendencia, el paciente pide conservar la eyaculación. ¿Qué podemos ofrecer en estos casos?
En primer lugar, el paciente debe sopesar bien el grado de molestia de sus síntomas miccionales y el riesgo de eyaculación retrógrada. Y debe anteponer la severidad de estos síntomas a la pérdida de la eyaculación, es decir, le tiene que compensar operarse a sabiendas del riesgo. Esto es así porque ningún urólogo podrá garantizarle que va a conservar la eyaculación después de la cirugía prostática.
Dicho esto, y aceptado por el paciente, veamos cómo podemos intentar conservar la eyaculación. Si la próstata es lo suficientemente pequeña, se puede realizar una técnica con menor riesgo de eyaculación retrógrada como la incisión transuretral de próstata (ITUP). En próstatas medianas o grandes, donde la simple incisión no solucinaría los síntomas prostáticos, se puede intentar realizar una resección transuretral o una vaporización con láser verde preservando los lóbulos apicales. Lo que se hace es dejar tejido prostático lateral al veru montanum, el punto donde desembocan los conductos eyaculadores. Esto puede restar un poquito de eficacia a la hora de aliviar los síntomas obstructivos, pero por contra puede impedir la pérdida de la eyaculación. En mi experiencia, realizando esta variante técnica, he podido conservar la eyaculación en el 80% de los casos sin comprometer el fin desobstructivo de la cirugía.
En resumen, en este tipo de pacientes que quieren a toda costa conservar la eyaculación, no podemos prometer nada, pero sí podemos intentarlo con posibilidades razonables de éxito.
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