La hiperplasia benigna de próstata (HBP) puede producir diversas complicaciones: retención urinaria, piedras o divertículos en la vejiga, infecciones de orina, hematuria (sangre en la orina) o insuficiencia renal. La mayoría de las veces estas complicaciones aparecen después de años de evolución de un problema establecido y conocido, pero en ocasiones pueden ser el primer síntoma de la HBP. Por eso, después de haber sido atendido en urgencias por una retención aguda de orina, una hematuria o una infección de orina, siempre es importante visitar al urólogo para tratar la HBP de base o replantear su manejo si ya era un problema conocido. El cáncer de próstata o las prostatitis también pueden producir alguna de estas complicaciones, pero con menos frecuencia.
Retención urinaria
La retención urinaria ocurre cuando la vejiga no puede vaciarse correctamente debido a la obstrucción que ejerce la próstata. Existen dos tipos de retención urinaria:
- Retención aguda de orina: dificultad para orinar a lo largo de horas que finalmente lleva a una imposibilidad completa para vaciar la vejiga. Produce dolor importante por encima del pubis, que requiere atención urgente para colocar una sonda vesical. El médico de urgencias decidirá si hay que realizar alguna modificación en la medicación habitual, y cuándo retirar la sonda. También valorará la necesidad o no de ingreso en función de si hay infección urinaria asociada o insuficiencia renal. Más información en «Retención aguda de orina».
- Retención crónica de orina: se trata de una retención incompleta, indolora, y que puede pasar desapercibida y solo apreciarse al realizar una ecografía, o un análisis en el que se encuentra insuficiencia renal. El retencionismo urinario crónico puede estar compensado y no dar síntomas, o puede producir incontinencia urinaria por rebosamiento u otros síntomas por complicaciones como infecciones de orina, piedras en la vejiga, o insuficiencia renal. Casi siempre es necesario colocar una sonda vesical. Solo en algunos casos sin excesivo volumen de residuo postmiccional (orina residual tras una micción, medible con ecografía urológica), con pocos síntomas molestos y sin otras complicaciones, puede ser controlado por el urólogo sin necesidad de colocar la sonda.
Piedras en la vejiga
La formación de piedras en la vejiga, también llamadas cálculos o litiasis, ocurre normalmente en casos de retención crónica de orina por hiperplasia benigna de próstata. Pero también puede suceder en otras patologías como la diabetes o la vejiga neurógena (esclerosis múltiple, lesiones medulares, etc.).
Las piedras pueden no producir ningún síntoma, o bien producir síntomas irritativos (dolor, escozor al orinar, aumento de la frecuencia y urgencia miccional) o hematuria. Los cálculos en la vejiga se diagnostican fácilmente en una ecografía. El único tratamiento posible es la cirugía prostática, en la que se debe aprovechar para sacar las piedras. Si se hace cirugía abierta las piedras se sacan enteras, y si se hace cirugía endoscópica (resección transuretral o vaporización con láser) hay que fragmentarlas primero.
Divertículos en la vejiga
Pueden ser únicos o múltiples y de tamaño variable (incluso más grandes que la propia vejiga). Un divertículo es un como un saco en la pared de la vejiga, que al no tener pared muscular puede no vaciarse bien y retener la orina. Si son pequeños pueden ser asintomáticos, pero los grandes pueden acumular restos celulares o piedras, pueden malignizar, o pueden provocar infecciones de orina.
Los divertículos pueden ser extirpados mediante cirugía laparoscópica o abierta. Por cirugía transuretral lo único que puede hacerse es ampliar su boca para que vacíen mejor su contenido a la vejiga.
Infecciones urinarias
Las infecciones urinarias son una de las complicaciones más frecuentes de la HBP. A veces aparecen en pacientes con obstrucción prostática benigna no diagnosticada y nunca tratada, siendo el primer síntoma que lleva a iniciar un tratamiento médico o quirúrgico. En condiciones normales las infecciones de orina son menos frecuentes en los hombres que en las mujeres, debido a razones anatómicas y a la protección de la propia próstata. Pero cuando la próstata obstruye, el riesgo de infección aumenta significativamente.
Las infecciones las provocan enterobacterias (bacterias intestinales) como Escherichia coli, Klebsiella Pneumoniae, Proteus mirabilis, Enterococcus faecalis or Pseudomona aeruginosa. Estos gérmenes viven en las heces y en los márgenes del ano, y pueden penetrar por la uretra hacia el interior de la vejiga provocando una cistitis. Desde la vejiga pueden ir a los conductillos de la glándula prostática y producir una prostatitis, o descender por los conductos deferentes hacia los testículos y provocar una orquiepididimitis, o ascender a un riñón provocando una pielonefritis.
Las infecciones de orina producen síntomas irritativos como escozor al orinar, frecuencia aumentada y urgencia miccional. Pueden provocar una retención aguda de orina (especialmente las prostatitis), o pueden ser consecuencia de una retención crónica de orina, por lo que a veces es difícil decir qué fue primero, si el huevo o la gallina.
Si no hay fiebre, los antibióticos orales suelen ser suficientes para controlar la infección. Pero si existe fiebre, alteración del estado general y signos analíticos de fuerte infección, es mejor el ingreso hospitalario para tratamiento antibiótico intravenoso. Después de una o varias infecciones urinarias hay que reconsiderar el tratamiento de la HBP, bien añadiendo algún fármaco, o bien planteando la cirugía.
Insuficiencia renal
El fracaso de la función renal puede ocurrir lentamente en la HBP evolucionada y no tratada (insuficiencia renal crónica), o puede aparecer bruscamente acompañando a una retención aguda de orina (insuficiencia renal aguda).
Cuando en el análisis se detecta insuficiencia renal (aumento de la urea y la creatinina) y se determina que la causa es la obstrucción prostática, se coloca siempre una sonda vesical durante días o semanas hasta que los riñones se recuperan. En algunos casos la función renal se restablece completamente, pero en otros puede quedar algún grado de insuficiencia renal crónica.
El tratamiento definitivo en estos casos siempre es la cirugía prostática, abierta o transuretral según el tamaño de la próstata.
Hematuria
La próstata y los vasos sanguíneos de alrededor pueden congestionarse y romperse, produciendo hematuria (sangre en la orina). Si la orina es rosada, normalmente es indicativo de una pequeña pérdida de sangre que se puede autolimitar sin hacer nada. Pero si el sangrado es importante, se pueden formar coágulos que obstruyen el vaciado de la vejiga, pudiendo incluso provocar una retención urinaria. En esteos casos se requiere sondaje en urgencias con un catéter especial que permite el lavado de la vejiga.
Aunque la hematuria puede ocurrir en pacientes con HBP o con cáncer de próstata conocido, es muy importante descartar que exista además un tumor de vejiga, o también de uréter o de riñón. Para ello, debe hacerse un TAC abdominal y una cistoscopia (introducción de una cámara por la uretra para ver la vejiga).
Una vez descartadas causas alternativas, se asume que la hematuria es de origen prostático. En estos casos se recomienda la toma de un inhibidor de la 5-alfa-reductasa (finasteride o dutasteride), un tipo de medicación que atrofia la próstata y disminuye la posibilidad de sangrados futuros. Si a pesar de esto persisten los episodios de hematuria, ya solo queda la cirugía.
Esto es todo sobre las complicaciones de la hiperplasia benigna de próstata. Si tienes una HBP en tratamiento y seguimiento, hay que vigilar que no aparezca alguna de estas complicaciones durante la evolución de la enfermedad, y está bien que aprendas sobre los riesgos. Y si orinas perfectamente, tampoco te irá mal conocer estas complicaciones, ya que a veces son el primer síntoma de la enfermedad prostática.
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