Una cistoscopia o uretroscopia es una exploración endoscópica que se realiza a través de la uretra para explorar visualmente el interior de la uretra, la próstata y la vejiga.
Se trata de un procedimiento diagnóstico necesario cuando aparece sangre en la orina y quiere descartarse un tumor en la vejiga, o cuando hay síntomas urinarios y tenemos dudas de su origen (estenosis de uretra, hiperplasia benigna de próstata o esclerosis de cuello vesical tras una cirugía prostática). También puede ser un procedimiento terapéutico si lo que vamos a hacer es, por ejemplo, colocar o extraer un catéter doble jota o un cálculo en la uretra o en la vejiga.
Habitualmente se utiliza el cistoscopio flexible, un instrumento parecido a una sonda vesical que incorpora una luz, una óptica que saca la imagen a una pantalla, y un sistema de irrigación con suero fisiológico para ir rellenando de líquido la uretra y la vejiga. No requiere anestesia general, por lo que se puede realizar en la consulta y sin ingreso. Basta con poner por la uretra un lubricante con anestesia local unos minutos antes de introducir el aparato. Se puede notar la instrumentación y cierta incomodidad, pero no debe resultar muy doloroso.
En ocasiones, es preciso utilizar el cistoscopio rígido. Este resulta más molesto, sobre todo en los hombres, que tienen la uretra más larga y angulada. Aquí sí puede ser necesario hacer la cistoscopia en quirófano con sedación, como en las colonoscopias.
En cualquier caso, la cistoscopia se trata de un procedimiento simple, rápido, con escasas complicaciones, y que no requiere ingreso hospitalario.
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