Katherine Harvey, del centro de investigación biomédica Wellcome Trust de la Universidad de Londres, estudió sobre cómo los médicos de la Edad Media abordaban los problemas sexuales que les consultaban. Algunas de las recetas resultan realmente sorprendentes:
- Mi amor no se ve correspondido, ¿qué puedo hacer?: la solución era magia, pociones o hechizos. Un ejemplo era poner huevos de hormiga en la tina donde ella se bañaba, o echar rocío de la planta vinca en su comida. También podía recomendarse al hombre llevar «hierba loca» en presencia de ella para hacerse más atractivo. Pero siempre con mucha discreción, la iglesia no aceptaba la magia del amor.
- Ya tenemos muchos hijos y no queremos tener más: la primera opción recomendada era un pacto de abstinencia, siempre de acuerdo con la pareja, ya que negarle la deuda conyugal al hombre sin su consentimiento era pecado. Otras recomendaciones era que el hombre se retirara justo antes de eyacular, que la mujer tratara de toser o saltar después del encuentro sexual, o que se untaran los genitales con aceites y hierbas como la menta silvestre. Si había un embarazo no deseado, se recomendaba algún brebaje herbal a escondidas de los tribunales eclesiásticos.
- Voy a casarme pero ¿podrá saber mi marido que no soy virgen?: los hombres esperan dolor y sangrado durante la primera relación, por eso podía recomendarse hacer coincidir la boda con la menstruación. Otro remedio era frotarse las partes con mora de polvo, para que estas se contrajeran y ayudaran a fingir la virginidad. También se ha encontrado evidencia de que algunas mujeres se introducían sanguijuelas en la vagina para simular el sangrado.
- Soy monje y deseo mantener mi celibato ¿cómo puedo evitar el deseo?: el semen acumulado sin ser expulsado puede ser dañino para el cuerpo, pero hay un equilibrio perfecto que se mantiene gracias a las poluciones nocturnas. A diferencia de la masturbación, las emisiones nocturnas de semen no eran pecado y eran aceptables. Se aconsejaba evitar la carne roja porque favorecía la producción de semen, y también el vino porque calentaba los genitales y producía lujuria. Otra práctica habitual de muchos monjes era someterse a derramamientos de sangre regularmente para debilitar sus deseos.
- Soy impotente y mi futura esposa amenaza con suspender la boda: si se trataba de un problema atribuido a la magia, podía recomendarse mezclar vino con polvo de riñón y testículos de buitre para combatir el hechizo. En caso contrario se recomendaba estar en una habitación caliente, y tomar antes algo de alcohol para aumentar el deseo. Si nada funcionaba, eras un caso de impotencia permanente y tu esposa tenía todo el derecho a anular la boda o a invalidar el matrimonio si este ya se había producido.
Muy curioso todo en la Edad Media ¿no os parece?
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