El zinc es un mineral que nuestro cuerpo no produce, debe ser aportado con la alimentación. Un correcto aporte es importante para muchas funciones metabólicas de nuestro cuerpo, y en especial para el aparato reproductor de los hombres.
El déficit de zinc produce un desequilibrio a la baja en la producción de testosterona. Las consecuencias son la pérdida de masa muscular y sustitución por grasa, disminución del apetito sexual, tendencia a la depresión, trastornos del sueño, etc (leer más sobre el déficit de testosterona).
¿Por qué se produce este desequilibrio hormonal? El zinc previene el exceso de función de una enzima llamada aromatasa, que convierte la testosterona en estrógenos. Al mismo tiempo, unos niveles altos de estrógenos pueden suprimir la producción de testosterona mediante la inhibición de la hormona luteinizante (LH) producida por la hipófisis, que es la encargada de estimular a las células de Leydig del testículo para que produzcan testosterona. Esto se convierte en un círculo vicioso con los efectos apuntados anteriormente de acúmulo de grasa, pérdida de masa muscular o disminución del deseo sexual.
Además, el zinc participa en la correcta producción de espermatozoides en los testículos. De hecho la mayoría de los suplementos comerciales que existen para mejorar la fertilidad continen vitaminas y minerales, entre ellos el zinc. También se ha visto que tiene beneficios en la prevención de la hiperplasia benigna de próstata.
Alimentos especialmente ricos en zinc son:
- Carne y huevos.
- Marisco (ostras sobre todo) y caballa.
- Germen de trigo.
- Levadura de cerveza.
- Semillas de calabaza.
Si la dieta no es suficiente para mantener niveles óptimos, existen también suplementos comerciales con zinc. Pero ojo, un aporte excesivo puede producir efectos secundarios gastrointestinales, sabor metálico en la boca, o deficiencia de hierro y cobre por competición en la absorción intestinal.
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