Ocurre con alguna frecuencia que personas jóvenes se bloquean a la hora de tener una relación sexual, sin que exista ninguna base física para tener problemas de erección. Antes de los 40 años es raro que la hipertensión, el tabaco o el colesterol hayan dañado suficientemente las arterias del pene como para provocar una disfunción eréctil.
En muchas ocasiones lo que ocurre es que después de haber sufrido algún “gatillazo” por cansancio, alcohol u otros motivos, el hombre está más pendiente de sí mismo que de la relación en sí: ¿Lo estoy haciendo bien? ¿Podré mantener esta vez la erección? ¿Podré dar la talla? Si me ocurre otra vez será un desastre…
A este tipo de pensamientos se les denomina autovigilancia. El hombre adopta el «rol de espectador» de sus propias reacciones, de su capacidad o de su rendimiento sexual. El exceso de autovigilancia o de concentración en uno mismo genera un estado de alerta que se conoce como «ansiedad de rendimiento», y que lleva a lo que los psicólogos llaman la «profecía autocumplida». Es decir, pensar en que vas a fallar te pone más nervioso, y acabas fallando.
Romper el círculo vicioso no es fácil, pero se puede conseguir intentando focalizar la atención en la relación en sí, en el contacto físico, y en las reacciones de la otra persona. Y al mismo tiempo anulando cualquier pensamiento autovigilante que pueda boicotear la relación.
Ya sabéis, a dejarse llevar y ¡pensar en el prójimo! Que tengáis un buen finde.
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