Muchas veces estamos trabajando o entretenidos haciendo algo y demoramos más y más ir a orinar, cuando ya hace rato que tenemos ganas. Solo cuando estamos a reventar, decidimos por fin ir al baño. Pero debemos saber que aguantar la orina demasiado, es un mal hábito… Veamos por qué.
A la larga puede llegar a producir lo que se llama una vejiga hipotónica o hipoactiva. La vejiga tiene una pared muscular, que si se distiende demasiado sufre y se adelgaza, perdiendo capacidad de contracción. Puede quedarse como un globo fláccido que no acaba de vaciar. Los síntomas pueden ser dificultad para orinar, chorro flojo, goteo posmiccional prolongado, sensación de vaciado incompleto o incluso urgencia o incontinencia.
Otra consecuencia es el aumento del riesgo de infección urinaria, más en mujeres, pero también en los hombres. Cada micción tiene un «efecto de limpieza» de las bacterias que pueden colonizar la uretra y la vejiga. Si la vejiga tiene lo que se llama residuo postmiccional (no se vacía completamente), la orina residual se convierte en un excelente caldo de cultivo para el crecimiento bacteriano.
Y un último problema, sobre todo en los hombres con hiperplasia benigna de próstata, es que aguantar la orina mucho les pone en riesgo de sufrir una retención aguda de orina. Produce mucho dolor y requiere atención en urgencias para colocar una sonda vesical.
En definitiva, pensad las veces que orináis al día, y si sois de los que demoráis vuestro deseo miccional más allá de 3-4 horas. Una buena estrategia para evitar todos estos problemas es la micción pautada cada 2 horas, si es preciso poniéndose una alarma. Recordad que solo tenéis una vejiga para toda la vida, y que ¡hay que cuidarla!
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